Christianity Today publica este mes un importante artículo de Richard Stearns, autor de El agujero de nuestro Evangelio. El artículo, titulado "Resolver la pobreza es ciencia espacialexpresa articuladamente lo que a menudo intentamos decir en este blog: que las buenas intenciones no bastan, y que los cristianos responsables están llamados no sólo a amar, sino a amar sabiamente y bien.
Stearns observa: "Hacemos bien en ayudar, pero también tenemos que hacerlo de la forma correcta. En el complejo sistema de la pobreza, los esfuerzos bienintencionados pueden tener consecuencias imprevistas y no deseadas en otro ámbito." Tras afirmar la generosidad de los estadounidenses, Stearns advierte:
Pero he aquí el problema: la pobreza, ya sea aquí en Estados Unidos o en el extranjero, es uno de los problemas más antiguos y complejos que aquejan a la raza humana. Está enredado en factores sociales, culturales, económicos, políticos, étnicos, geográficos y espirituales que desafían incluso a los expertos más capacitados. Las soluciones sencillas no funcionan, y los aficionados bienintencionados pueden no sólo malgastar valiosos recursos, sino incluso causar daños involuntarios en sus esfuerzos.
Por supuesto, hay ocasiones en que los "voluntarios bienintencionados" son lo que más se necesita. Ni todo el dinero del mundo podría comprar suficientes "expertos bien financiados" para atender a los niños huérfanos y desatendidos del mundo... ni sería probable que esos expertos ofrecieran la preocupación personal y el cariño que los niños necesitan para prosperar.
Dicho esto, el argumento de Stearns sigue en pie: con demasiada frecuencia suponemos que un gran corazón y buenas intenciones bastarán para desenredar los intrincados nudos de la pobreza. Pero no es así, y los cristianos deberían ser los primeros en comprometerse con el estudio diligente, la preparación minuciosa y la costosa experiencia necesaria para abordar las necesidades del mundo con un gran corazón. y mentes agudas.