"La adopción no arregla a los niños"

By Jedd Medefind on abril 8, 2015

Cristianismo hoy online esta semana lleva un artículo sincero y perspicaz de Kelly Rosati - una vicepresidenta de Enfoque a la Familia, madre adoptiva y también una buena amiga: La adopción no arregla a los niños.

Rosati no dice que no haya innumerables niños y adultos cuyas vidas y corazones no hayan cambiado profundamente por el amor de unos padres adoptivos. Pero lanza una advertencia tremendamente importante contra la mentalidad de "arreglarlo" en la que puede caer cualquier padre, ya sea con niños adoptados o en acogida... o incluso con los que nos nacen en el hospital.

Ciertamente, hay una tensión que mantener aquí. Como señala Rosati, la crianza que se nutre de la sabiduría de las Escrituras, de la comprensión del trauma y de una mezcla coherente de estructura firme y crianza incondicional hace ayudar a cultivar la salud y la curación incluso en los niños más heridos.

Pero también debemos saber que nuestra primera llamada no es a "arreglar", sino a amar. El amor fiel, guiado por la sabiduría, da buenos frutos con el tiempo. Pero a menudo llega mucho más despacio, o de forma diferente, de lo que hubiéramos deseado al principio. Y a veces, durante mucho tiempo, es difícil ver algún cambio.

Por supuesto, esto es cierto en todas las expresiones de amor, ya sea abrazando a jóvenes en acogida o a huérfanos o a adictos en recuperación o a presos que regresan o al vecino gruñón o incluso a nuestro propio cónyuge. El amor siempre se guía por dones incondicionales, como la presencia tranquila, la gracia y la fidelidad. Sólo en este contexto busca el cambio en el otro, nunca como condición para seguir sintiendo afecto, sino simplemente porque el verdadero amor desea ayudar al otro a convertirse en la persona que Dios quiere que sea.

Como Rosati expresa tan bien, cuando nos acercamos a los demás de esta manera - amando primero y trabajando para ayudar a los demás a crecer sólo de una manera verdaderamente secundaria a ese amor sin condiciones - encontramos que nosotros también cambian en el proceso... quizá incluso más que ellos.

Ahora, veo cómo Dios me está cambiando a través de los desafíos de criar a niños con historias de trauma: efectos del alcoholismo fetal, exposición a drogas en el útero, síndrome de Tourette, enfermedad mental, problemas de proceso sensorial, y la lista continúa. Dios le ha enseñado a este padre tipo A, obsesionado con el control, más de lo que podría haber imaginado. Regularmente debo confrontar mi propio orgullo y egoísmo. A veces quiero asegurarme de que mis hijos sepan que yo tengo razón y ellos están equivocados más de lo que quiero mantener una relación con ellos.

Pero también he descubierto que el increíble perdón de Dios, su extravagante misericordia, su gracia insondable y su amor implacable e incondicional son mucho más reales de lo que jamás hubiera podido imaginar. Son más reales para mí en mis abundantes fracasos, y rezo para que sean más reales para mis hijos a través de mí.

Dios tiene usó a mis hijos para cambiarme de maneras profundas y significativas. Mi oración es que continúe refinándome y pareciéndome más a Cristo a través de este proceso desordenado, desafiante y hermoso.

 

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