Ayer, mi hija de 6 años llegó del colegio con un montón de dibujos que había hecho para varios miembros de nuestra familia. Cada uno era muy considerado y contenía un dibujo de la cosa favorita de esa persona. Cuando llegó al mío, me dio un papel en blanco.
"Aquí tienes, papi. No tuve tiempo de hacer el tuyo, pero aquí está".
Me encanta que me diera el papel en blanco aunque no pudiera hacer lo que pretendía. Me encanta que no tuviera ningún reparo en ofrecerme lo que tenía aunque no estuviera completo.
Cuando leo en los Evangelios la historia de cómo Jesús alimenta a 5.000 familias con 5 panes y 2 peces, se me ocurren un par de pensamientos en relación con el niño que renunció a su almuerzo, como se describe en el libro de Juan.
En primer lugar, me parece extraño que en una multitud de 5000 familias, este muchacho fuera el único que tuviera algo de comida. La Biblia nos dice que la suya fue la única comida que trajeron los discípulos, pero no dice necesariamente que fuera la única comida que hubo aquel día. Esto me hace preguntarme si tal vez otros tenían comida, pero razonablemente concluyeron que sus propios almuerzos cojos no harían ninguna diferencia en una multitud tan grande y, por lo tanto, se lo guardaron para sí mismos.
¿Podría ser que este chico fuera lo suficientemente joven e ingenuo como para pensar que sus 2 peces y 5 panes podrían marcar la diferencia? ¿Podría ser que no tuviera ninguna inhibición en ofrecer lo que tenía aunque claramente no estuviera completo?
Cuando se trata de la crisis de los hogares de acogida en nuestro país, la mayoría de nosotros reconocemos que la necesidad es enorme. También nos damos cuenta de que lo que cada uno de nosotros puede ofrecer es total y completamente insuficiente para cubrir esa necesidad.
La pregunta es, ¿somos lo suficientemente infantiles como para creer que lo poco que ofrecemos puede ser multiplicado por Dios, no sólo para que se cubra la necesidad, sino para que haya más que suficiente? Ni siquiera podemos acercarnos a cubrir las necesidades de los niños en acogida en este país. Sin embargo, podemos ofrecer nuestros míseros panes y peces y confiar en que Dios hará lo suyo.
¿Qué es lo que tienes -tiempo, talento, tesoro- que parece pequeño e insignificante y que has estado reteniendo porque te parece totalmente incompleto?
¿Qué pasos tienes que dar para entregárselo al Dios de "más que suficiente"?