Adiós, Dra. Karyn Purvis

By Jedd Medefind on abril 13, 2016

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Se me hizo un nudo en la garganta y se me cayeron los hombros cuando oí la noticia hoy: La Dra. Karyn Purvis ponía fin a su larga batalla contra el cáncer, perdiendo su cuerpo a causa de la enfermedad, pero confiada en una victoria final sobre la muerte gracias a su fe en Cristo.

Innumerables padres y amigos comparten el dolor de este momento. No sólo lloramos la pérdida de un sabio instructor y guía, sino que también sentimos la ausencia palpable de un querido padre o abuelo que ayudó a criar a us incluso mientras nos enseñaba a criar a nuestros hijos.

No podíamos evitar sentir que su amor, su ternura, se extendía no sólo a sus propios hijos, sino también a los nuestros, y a todos los niños necesitados.

El breve vídeo que figura a continuación, realizado hoy para celebrar su legado, ofrece una visión del tierno corazón de la Dra. Purvis y de lo que la atrajo por primera vez al trabajo de su vida.

El Dr. Purvis era el director del Instituto de Desarrollo Infantil TCU y coautora del exitoso libro sobre adopción, El niño conectado. Fue madre adoptiva, madre de tres niños y abuela de ocho.

Y no es exagerado decir que Karyn también ayudó a decenas de miles de niños -muchos de ellos procedentes de lugares muy difíciles- a curarse y alcanzar la salud. Su voz melódica (sí, era realmente melódica) y su tacto suave se extendieron a través de padres de acogida y adoptivos, trabajadores sociales y mentores por todo Estados Unidos y mucho más allá: siempre amable, siempre gentil, siempre esperanzadora.

Karyn era de una calidad tan rara que a la gente le resultaba difícil no preguntarse si simplemente era demasiado buena para ser verdad, demasiado dulce para ser sincera. Pero su coherencia en esas cosas nos enseñó lo contrario.

Tanto en sus escritos como en el escenario o en sus conversaciones privadas, modeló fielmente el carácter de Jesús, tan bien descrito en I Corintios 13: "El amor es paciente, el amor es bondadoso...". No deshonra a los demás, no es egoísta, no se enfada fácilmente, no guarda rencor. El amor no se complace en el mal, sino que se alegra con la verdad. Siempre protege, siempre confía, siempre espera, siempre persevera".

Quienes tuvieron el privilegio de conocer al Dr. Purvis y aprender de purvis-hope a echaremos mucho de menos cada una de estas cualidades. Sin embargo, seguiremos viéndolas reflejadas a diario en innumerables hogares, fruto de la sabiduría práctica que enseñó y modeló.

Karyn no dará clases en la Cumbre CAFO de este año, como ha hecho tantas veces antes. Pero un padre se arrodillará para poder hablar cara a cara con su hijo. Una madre tomará entre sus manos el pequeño rostro de su hija, expresándole palabras de afirmación. Los mentores, los padres de acogida, los profesores y los trabajadores sociales escucharán pacientemente, explicarán con suavidad, corregirán con firmeza y ternura a partes iguales, y buscarán conexión sobre todo, reflejar a Aquel que nos creó para conectarnos.

Esa herencia, transmitida de generación en generación, no se detendrá ahí. Volverá a resonar cuando esos niños se conviertan algún día en padres, mentores y maestros. Y así sucesivamente, mucho después de que el nombre de Karyn Purvis haya caído en el olvido. ¿Puede alguien esperar un legado mayor que ése?

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