La familia. Es importante para Dios.
La familia aparece en todas las Escrituras.
La historia de la creación termina con la fundación de una familia, con Adán y Eva reunidos para tener y criar hijos. Noé pasó años construyendo un arca para salvar a su familia. El censo de Israel se registró en Números haciendo que los israelitas acamparan alrededor de la tienda de reunión, "cada uno bajo su estandarte y sosteniendo los estandartes de su familia". Nehemías organizó la reconstrucción del muro alrededor de Jerusalén según la familia, y todos los miembros de la familia participaron. Dentro del movimiento de cuidado de huérfanos, frecuentemente citamos el Salmo 68:6, "Dios pone a los solitarios en familias" y citamos los muchos ejemplos de Papás y Mamás criando niños de acuerdo a la Palabra Viva y escuchando las historias de salvaciones de "hogares" enteros.
En cada uno de nosotros hay un anhelo de familia.
Durante una breve visita a un orfanato en Uganda en mayo, mientras hablábamos con un grupo de niños, mi mujer y yo les preguntamos si tenían alguna pregunta que hacernos. Esperábamos preguntas sobre la cultura estadounidense, o tal vez sobre lo que estábamos haciendo allí en su comunidad. Pero la primera pregunta nos dejó boquiabiertos: "¿Podríais rezar para que todos encontremos familias?".
Durante mis años de trabajo en Europa del Este, solía hablar con niños que vivían en orfanatos. Una de las preguntas que les hacía era la siguiente: "Imagina que eres el rey/la reina del mundo y que puedes tener lo que quieras. Cualquier cosa. ¿Qué es lo único que desearías?". La respuesta era siempre la misma, independientemente de la edad, el niño, la niña o la nacionalidad:
"Mamá" "Papá" "Familia"
Recuerdo con mucho cariño los momentos que pasé con mi familia mientras crecía. Desde acampadas y aventuras de pesca hasta viajes por todo el país. Después de que papá enfermara de cáncer cuando yo estaba en primaria, los chicos sabíamos cuándo callarnos después de sus "tratamientos" para dejarle descansar. Y cuando le declararon libre de cáncer, nos alegramos juntos. Me enseñó los fundamentos del comercio en la tienda familiar y demostró una sólida ética del trabajo con su compromiso de mantenernos. Mamá era nuestra mayor animadora, lo cual era difícil con tres niños siempre involucrados en algún deporte o actuación; siempre estaba al margen en nuestros partidos, encuentros y obras de teatro. Nuestra extensa familia siempre se reunía en nuestra casa para Acción de Gracias y Navidad, a menudo con más de 40 personas celebrando las fiestas juntos.
Estábamos cerca, y seguimos estándolo.
Sin embargo, muchas personas en este mundo no tienen este concepto de familia, y les cuesta poner estas escrituras en perspectiva porque no han tenido esta experiencia. Aunque tendemos a centrarnos claramente en los niños, muchos huérfanos "envejecen" fuera del sistema y entran en la edad adulta con ese continuo anhelo de una familia.
Durante nuestra estancia en Uganda, este concepto nos quedó muy claro a mi mujer y a mí. Durante el Foro de Liderazgo, al que asistieron casi 400 personas, tras ver una foto de nuestra familia y escucharnos hablar, dos pastores adultos se acercaron a nosotros para explicarnos que no habían tenido la bendición de crecer en una familia. Cada uno de ellos -uno por escrito y el otro cara a cara- nos preguntó si estaríamos dispuestos a adoptarlos en nuestra familia. Incluso después de tantos años, ese anhelo de pertenencia en sus corazones era tan fuerte que estaban dispuestos a humillarse con una petición tan audaz. Con una gran tristeza en el corazón, les dijimos que no podíamos adoptarlos... pero también celebramos que en Cristo somos miembros de la misma familia.
Que la Iglesia abrace cada vez más esa realidad, tanto en la adopción de los que necesitan padres, como en la acogida amorosa de todos los que se sienten solos.