Historia de Nueva Guinea

By Jedd Medefind on octubre 11, 2010

Mi primo Gavin y su esposa Carrie sirven con Wycliffe en Papúa, Nueva Guinea. Él es piloto misionero y, además de otras responsabilidades, ella ayuda a dirigir iniciativas sanitarias en la región donde viven. El sida es ya un problema grave allí, y mi sensación, por lo que Carrie me ha contado, es que la situación del VIH/sida en Nueva Guinea guarda muchas similitudes con la situación en que se encontraban muchas naciones africanas hace poco más de una década, con un grave problema a punto de convertirse en una verdadera epidemia.

Como se afirma en el sitio web de ayuda exterior del gobierno australiano "La propagación del VIH es uno de los mayores retos de desarrollo a los que se enfrenta Papúa Nueva Guinea". Señala junto a otros indicadores en fuerte aumento un "creciente número de bebés nacidos con VIH y SIDA", y que -como Carrie ha observado personalmente- "el abuso de drogas y alcohol, las parejas sexuales simultáneas y múltiples y la violencia de género contribuyen a la propagación de la enfermedad."

Como siempre, una sola historia hace que la realidad llegue a casa como ninguna otra. La semana pasada, Carrie envió una nota por correo electrónico a nuestra familia, y le pregunté si podíamos compartirla en el blog. Era sólo una nota personal, pero el dolor mezclado con las esperanzas que contiene dice más de lo que uno podría transmitir con cifras o ideas abstractas:

He pensado que os interesaría una visita que he recibido hoy del presidente de nuestra junta local de salud comunitaria. Suele venir por asuntos de trabajo, pero hoy ha venido expresamente a hablarme de un niño de la edad de [nuestro hijo] en Onamuna (a dos horas a pie) cuya madre acaba de morir de sida. Su padre ya había muerto. Su tío se ocupa de él, pero en realidad no lo mantiene ni lo envía a la escuela, y le obliga a hacer el duro trabajo de ir a buscar agua en enormes contenedores mientras los demás niños juegan. El presidente dice que este niño está tan triste que se va a dormir a la tumba de su madre. Me rompe el corazón. Le compré una toalla, una manta, cochecitos y dos pantalones para que el presidente se los llevara. También enviaré más ropa [de nuestro hijo]. Me alegro de que este trabajo me permita ayudar a los niños que echan de menos a sus mamás 🙁 .

También imprimí dos hojas con versículos de la Biblia sobre lo mucho que Dios ama a los huérfanos y se toma muy en serio su cuidado, castigando a quienes se niegan a mantenerlos o abusan de ellos. El presidente tiene ahora la posición y la estima necesarias en la comunidad para sentarse con los tíos y exhortarles a que cuiden de este niño como si fuera suyo. No sólo es el jefe de la junta sanitaria, sino también uno de los ancianos de la iglesia. Apenas se dio cuenta de la existencia de este niño cuando su esposa lo vio y escuchó la historia y se sintió muy apenada por él. ALABADO SEA DIOS por las personas que se preocupan y están en condiciones de ayudar. Lo que me preocupa, a largo plazo, es que habrá muchos más huérfanos del SIDA a nuestro alrededor. Realmente necesitamos rezar para que la palabra de Dios penetre y cambie los corazones para que los que se queden cuidando de estos pequeños los amen como si fueran suyos.

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