The Atlantic Magazine sobre las casas Palmer: "Los huérfanos modernos de Mississippi"

By Jedd Medefind on junio 21, 2014

Un artículo publicado este mes en The Atlantic destaca la labor del miembro de CAFO Casas Palmerque proporciona hogares de grupo en Columbus, MS, para niños que han perdido el cuidado de sus padres.

"Los huérfanos modernos de Mississippi" es más alegre y menos cínico de lo que cabría esperar del periodismo a menudo duro de El Atlántico. Ofrece una visión de una comunidad profundamente solidaria que arropa a los niños con intencionalidad y afecto.

Aun así, el artículo no elude del todo las cuestiones difíciles que surgen de forma natural en un país que se ha alejado de forma decisiva de los orfanatos. Palmer Homes, de hecho, estuvo a la vanguardia de esa tendencia en los años sesenta, pasando de la atención residencial a gran escala a pequeños hogares familiares, cada uno con un padre y una madre.

En la actualidad, aunque el núcleo de su labor continúa en estos hogares de grupo, Palmer Homes también coloca a niños en hogares de acogida. También son pioneros en un nuevo modelo en el que, sin coste alguno para el Estado, familias cristianas acogen a niños cuyas madres están encarceladas, hasta la puesta en libertad de la madre.

El artículo deja entrever el debate que mantendrán los defensores y detractores de los hogares de acogida. Por un lado, la mayoría de los defensores de los niños afirman que una familia permanente y afectuosa sigue siendo el ideal que nunca podrá ser sustituido por ninguna forma de acogimiento colectivo, por muy familiar que sea. Por otra parte, las ciencias sociales suelen considerar que, para el desarrollo y el bienestar de los niños, es preferible un acogimiento familiar de calidad a un acogimiento residencial de calidad. Sin embargo, tanto las experiencias cotidianas como las perspectivas a largo plazo de un niño que crece en un lugar como el Hogar Palmer son a menudo mucho más brillantes que las típicas del acogimiento familiar en los EE.UU. hoy en día.

Muchos dirían que este es un ejemplo más de la tensión a la que deben enfrentarse los defensores de los niños vulnerables. En muchas ocasiones, llegamos a encrucijadas en las que no existe un camino perfecto para avanzar. Es un lugar doloroso, y toda persona que atiende a niños de lugares difíciles se enfrentará a él muchas veces.

Pero quienes deciden persistir en el servicio suelen encontrar una gran alegría, tanto en sí mismos como reflejada en aquellos a quienes sirven. Este parece ser el caso del Hogar Palmer.

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