Estoy en la recta final de regreso a casa después de una semana de viaje. Estoy impaciente por ver a Rachel, y también a cuatro caritas brillantes, justo a tiempo para que se acuesten esta noche.
A menudo pienso que el mayor privilegio del trabajo relacionado con los huérfanos es volcarse en algo que sabes que está muy cerca del corazón de Dios, y ver y conocer ese corazón más profundamente en el proceso. Un segundo gran privilegio, podría decirse, "es semejante al primero". Son las personas que comparten la pasión por este trabajo y los preciosos niños a los que llegas a conocer. En este viaje he sentido esa bendición tanto como siempre.
Estaba el grupo de amigos del noroeste de Arkansas que organizó la conferencia Idea Camp, y la increíble mezcla de personas que participaron; Corey Gordon, miembro de la junta de la Alianza, que vivió los primeros años de su vida en las calles de Corea antes de ser adoptado, y se ha convertido en un verdadero hermano de armas en la causa de los huérfanos; propietarios de emisoras de radio y presentadores de programas en la convención de la NRB dispuestos a ayudar a la Alianza a hablar en nombre de los huérfanos; una serie de sabios, humildes y vibrantes profesores, escritores y defensores de los huérfanos en la zona de Lookout Mountain, Georgia; empresarios que quieren utilizar su espíritu emprendedor para ayudar a los huérfanos.
CS Lewis describía el tiempo con esos amigos como "las horas doradas", ya fuera fumando en pipa junto a una hoguera encendida (como imaginaba Lewis) o en un Starbucks. Y la conversación se enriquece aún más cuando se orienta hacia la acción: ideas creativas y nuevas asociaciones que resuelven necesidades reales y animan a los cristianos a unirse a la labor.
Cuando caemos en la tentación de pensar que esquiar, jugar al golf o pasar un día en un balneario es lo mejor que hay, nos estamos perdiendo lo realmente bueno. La "comunión de los anillos" conocida por los colaboradores en la causa de los huérfanos es una recompensa sin igual.