El mes pasado, el Evan B. Donaldson Adoption Institute publicó "Keeping the Promise", un informe muy significativo que analiza el estado de la adopción y de las familias adoptivas en Estados Unidos. Aunque el informe no fue escrito desde una perspectiva cristiana, en mi opinión sería difícil exagerar la importancia de su conclusión para la creciente adopción cristiana ...
El informe afirma una serie de factores muy positivos. Señala que sólo en los últimos quince años, los estadounidenses han proporcionado un hogar a más de un cuarto de millón de niños que habían sido relegados a instituciones en el extranjero. En ese mismo periodo también se han producido casi tres cuartos de millón de adopciones procedentes de hogares de acogida. El informe describe: "[H]emos avanzado considerablemente en la búsqueda de familias duraderas para niñas y niños que han sufrido malos tratos, abandono, múltiples colocaciones, institucionalización y otras experiencias previas a la adopción...".
Sin embargo, basándose en un examen serio de los apoyos post-adopción disponibles para las familias que han adoptado niños de lugares difíciles, el informe insta: "[N]uestra prioridad debe ser no sólo lograr la permanencia, sino también asegurar que los padres adoptivos reciban los apoyos que necesitan para criar a sus hijos hasta una edad adulta sana".
No podría estar más de acuerdo. Especialmente como cristianos, tenemos todos los motivos para celebrar la maravilla de la adopción, explorar su significado teológico y terrenal, y destacar la bendición que puede suponer tanto para el niño como para los padres. Debemos mantener el Evangelio siempre en el centro, como motivación y fuente de perseverancia en la dificultad. Pero también debemos acentuar cada vez más tanto preparación para retos potenciales de la adopción y prestación de apoyo cuando surgen desafíos. No sólo debemos afirmar esta necesidad, sino también liderar la ayuda para satisfacerla.
Tal vez suene exagerado, pero creo que no hay ningún factor con mayor potencial para descarrilar el creciente compromiso cristiano con la adopción y la acogida que el fracaso en este punto. Esto es especialmente cierto a medida que las familias cristianas se abren cada vez más a la adopción de niños mayores y con necesidades especiales. En resumen, por cada familia adoptiva entusiasta pero mal preparada y mal apoyada que se estrelle contra las rocas de desafíos imprevistos, docenas de otras descartarán definitivamente la llamada a adoptar.
Esta tragedia no sólo mermaría la adopción. Creo que también debilitaría el creciente vigor de otras formas de cuidado de los huérfanos, desde la acogida hasta el ministerio mundial de huérfanos, que han recibido una enorme atención y energía a través de familias que despertaron por primera vez la necesidad a través de la adopción.
Aunque ofrece algunas recomendaciones útiles, el informe Donaldson se dirige principalmente a los gobiernos para que cubran las carencias de apoyo a las familias adoptivas. Esto es comprensible, y sin duda el gobierno puede desempeñar un papel positivo en este sentido. Pero, en última instancia, ningún programa gubernamental puede proporcionar la atención personal y la ayuda práctica que puede ofrecer una comunidad eclesial comprometida. Las agencias gubernamentales simplemente no pueden llorar contigo, rezar contigo, hacer de canguro los sábados o incluso contestar al teléfono después de las 5 de la tarde la mayoría de las noches.
Qué tremendo testimonio será si dentro de cinco años un informe Donaldson de seguimiento concluye: "Cuando una familia adoptiva en apuros necesita desesperadamente comprensión, atención y apoyo práctico, el único lugar donde pueden encontrarlo sistemáticamente es en una iglesia cristiana local." Esta historia aún está por escribir, y las lagunas actuales son grandes en muchos lugares. Pero tengo esperanzas. En mi opinión, no hay necesidad más importante para los cristianos que se preocupan por la adopción.