Blog invitado de Director de Movimientos Mundiales, David Hennessey.
Durante las dos últimas semanas, he sido testigo de cómo las iglesias locales de Uganda y Kenia se desvivían por los huérfanos de sus comunidades y naciones. Es una experiencia de humildad ver a cristianos que viven en la pobreza donar sus fondos, alimentos y materiales a niños sin padres. Más humilde aún es conocer a familias que han acogido a uno o más niños en su casa, no como un servicio caritativo o para ganarse un sirviente doméstico, sino para ofrecerles plenos derechos como hijos e hijas.
Una de estas familias es la de Luswata, en Uganda, que me invitó a su casa para compartir el amor que sienten por su hijo. Me quedé allí contemplando a un padre mientras pronunciaba una bendición sobre su hijo adoptivo: "Que la bendición de nuestro Señor Jesucristo esté contigo... creemos que cuando salgas de la escuela ayudarás a otros niños... vivirás una vida que traerá honor y gloria a Dios... damos gracias a Dios que te trajo a nuestra familia, y te queremos". Fue un momento verdaderamente sagrado entre padre e hijo, unidos no sólo por el amor, sino también por el poder del Espíritu Santo.
Por favor, reza por la familia Luswata, y por cientos más como ellos en todo el continente africano, que están respondiendo a la llamada de cuidar de los huérfanos en sus propias comunidades. Reza también por las miles de iglesias que enseñan el corazón de Dios por los huérfanos y apoyan a estas familias adoptivas y de acogida en sus propias congregaciones.