¿Qué tienen que ver nuestros hábitos tecnológicos personales con el ministerio? Poco. Y mucho más de lo que a menudo imaginamos.
Aún podemos dirigir una organización sin ánimo de lucro... formar parte de un consejo... acoger o adoptar... aunque nuestro uso de las pantallas se nos vaya un poco de las manos.
Pero con el tiempo, puede que no haya nada que moldee más profundamente el carácter y el fruto de nuestras vidas que el lugar que damos a la tecnología. Esto incluye todo, desde nuestras relaciones más íntimas hasta nuestros niveles de ansiedad, pasando por nuestra capacidad para liderar bien.
Un artículo que escribí para el Resultados explora este tema. Trata de cómo la tecnología nos cambia sutilmente, a menudo cuando menos nos damos cuenta... y de pequeños pasos para tomar el control. Empieza así:
Me encanta la tecnología. Pero también sé lo siguiente: si no domino mis pantallas, ellas me dominan a mí. Cuando eso ocurre, mi alma se marchita y mi liderazgo fracasa. Pero unas elecciones sencillas pueden marcar la diferencia.
Lea el artículo completo, Domar la tecnología.